Cratera de campana procedente de Toya (Jaén) atribuida al Pintor del Bizco (Retorted Painter) Ca. 360 a.C.
En la cara principal aparece una escena dionisíaca. Este tipo de escenas son las más frecuentes entre las importaciones áticas del mundo ibérico andaluz. En todas se nos muestra un ambiente festivo ante la epifanía del dios o en ausencia de éste. Nuestra cratera de Troya nos muestra en el centro, bien visible, a Dioniso, tal y como suele aparecer en esta época: imberbe, de cabellos largos, sentado en tres cuartos y sujetando un tirso. Dirige su mirada hacia una mujer que gesticula y se echa hacia atrás, quizá sorprendida por la presencia divina. Tras ella un sátiro se lleva las manos a la cabeza protegiéndose tal vez del resplandor divino como vemos en otros vasos. A la izquierda otra ménade está tranquila, sentada, y sujetando un tirso mientras un Eros en carnación blanca (femenina, pues es un adolescente) vuela hacia al dios con las cintas, a juzgar por la posición de las manos, aunque la pintura blanca superpuesta con la que se pintarían se haya perdido. La presencia de Eros nos lleva a suponer que debemos buscar a Ariadna, la novia divina, entre las mujeres represntadas. Sin duda aquella a la que dirige la mirada el dios, resaltada por nuestro pintor del grupo de Telos en carnación blanca. Ariadna, hija de Minos, cambiará su amor mortal por Teseo por la inmortalidad como esposa divina de Dioniso. Un cuento con final feliz que tantas veces se representa durante la primera mitad del siglo IV a.C. en Atenas.
Domínguez, Sánchez, Domínguez y Sánchez, Greek Pottery from the Iberian Peninsula, Ed. Brill n. 390.